Consiste básicamente en que el perro se suba a la cinta de correr y realice durante un tiempo marcado por nosotros una marcha al ritmoque permita su capacidad: andar, trote…
Hay cintas de correr especiales para perros (como la de la foto de la derecha), pero la de humanos también se puede utilizar.
El tiempo de intensidad vendrá determinada por edad y tipo de perro, y estado energético y de salud.
Un ejemplo puede ser: 10 minutos andando para perros de poca energía, y hasta 30 minutos andando rápido o al trote para perros con mucha energía. ¡Siempre bajo nuestra supervisión constante!, ya que no queremos que el perro sufra, sino todo lo contrario.
Si tenemos alguna duda, un veterinario podrá orientarnos.
¿Cómo haremos para que el perro se acostumbre a la cinta?
Un ejemplo de cómo podremos hacer la adaptación es:
-
Le ponemos la correa y nos subimos con él a la cinta, luego nos bajamos nosotros y le damos velocidad lenta a la cinta. Al principio el perro se bajará, así que, si podemos contar con la ayuda de otra persona nos pondremos cada uno a un lado del perro para evitar que se baje. Si estamos solos, cuando se baje lo volvemos a subir. Cada vez que vuelva a la cinta y ande le damos un premio (Ej: un trozo de salchicha, una galleta, etc., lo que sabemos que le gusta). En este momento nosotros estaremos todo el tiempo a su lado sujetando su correa.
-
Cuando hayamos conseguido que se quede más tiempo andando en la cinta a ritmo lento, iremos progresivamente aumentando la velocidad hasta que ande a ritmo normal-rápido. ¡Al principio habrá que darle premios más a menudo para motivarle a quedarse!
-
Una vez conseguido que se quede, podremos intentar que lo haga solo, sin nosotros sujetando la correa al lado. Podremos sujetarla a un mango de la propia cinta, estando nosotros al lado, para progresivamente irnos apartando, y así que el perro se acostumbre a que no siempre estaremos pegados a él (aunque sí supervisándolo). Cuando haga el ejercicio solo hay que recompensarle.
-
Cuando ya se domine la actividad, al final de cada sesión recompensar siempre, así nuestro amigo peludo asociará la cinta con un ejercicio que al finalizar tendrá ¡un premio muy rico!
Por otro lado, podemos enseñarle con la palabra “cinta” que vamos a hacer ese ejercicio.
Poco a poco lo irá asociando a esta actividad cuando se lo digamos, ¡hay algunos que se suben solos a la cinta y no paran de mover el rabo, signo de que les encanta!